Adiós al último Papa que defendía a la Iglesia.

Es difícil escribir algo que no se haya dicho de Ratzinger, Benedicto XVI, el “Papa Emérito”. Quien me conoce, ya sabe que no comparto tal título; En la Iglesia hay un Papa, no dos, y estamos asistiendo a algo altamente “inusual” por ser diplomático; que es que un Papa, asista al entierro de otro Papa.
La cabra tira al monte, y yo, no puedo evitar ver el paralelismo con la política española: Hemos tenido un debate sobre la renovación del CGPJ, y la batalla estaba entre quien colocaba a los suyos en el poder; si jueces “conservadores” o “progresistas”, y este mismo espectáculo, lo hemos visto replicado en los apoyos y los detractores de ambos “pontífices”. Si ya es repugnante hablar de partidismos en la justicia, mucho más lo es hallarlo de los asuntos de Dios.
Pero el paralelismo no se para hasta ahí, si no que tal como digo en el título, Benedicto XVI defendía a la Iglesia. Y eso, como es de esperar, no le gusta al enemigo de la Iglesia, que prefiere, y lamento profundamente escribir esto, a Jorge Mario Bergoglio. ¿Por qué? Pues exactamente por lo mismo que el enemigo de España nos odia profundamente a los que la defendemos, y apoya a los que la están destruyendo.
La rueda del libre albedrío, da una vuelta más, el mal, cree que tiene las cosas más fáciles ahora, no me cabe duda, y el carroñero del insulto, lanza bulos, no respetan el duelo, cosa muy propia de cobardes, que sueltan pestes cuando el perceptor de tales calumnias no está en posición de defenderse. Así odian a la Iglesia, y no lo dude ni por un momento, caro lector, también a España.
Pero vuelta a vuelta de dicha rueda, se llegará al final del camino, más pronto que tarde. Y en estos momentos, de duelo, de pérdida, de dolor y de una sensación extraña de injusticia por lo particular de la situación de los valores en la Iglesia, quiero recordar una de las profecías de San Maximiliano Kolbe:
“Un día la bandera de la Inmaculada Virgen María ondeará sobre el Kremlin (centro del poder comunista), pero antes, la bandera roja flotará sobre el Vaticano”.
Descanse en Paz, Benedicto XVI