La Vara de Gandalf – Corramos un tupido velo

¿Qué? ¿Cómo fueron las “felices fiestas”? Espero que bien. ¿Vieron la porquería del nuevo anuncio del Ministerio de Desigualdad? Tanto si lo vieron visto como si no lo voy a resumir: En un hogar español de clase media aparece doña Charo cargada con las bolsas de la compra. Por supuesto el hombre de la casa y su hijo están espatarrados en el sofá mirando la tele. Ella sola se pone a preparar la cena de Nochebuena, no, mejor dicho: la cena de las felices fiestas. Ella se cansa de tanta explotación heteropatriarcal y decide vengarse adoptando la misma actitud que los machos. Pone los pies encima de la mesa y ala, si quieren cenar que preparen ellos la cena. Entonces los machos se hacen cargo de la maldita situación y todo acaba en un desastre porque ellos son un desastre. Son hombres, ¿qué quieres? En el anuncio incluso se ven a los langostinos volar por los aires (Pero no os preocupéis, son de atrezzo. Con tanto sindicalista los de verdad acabaron a buen recaudo). Lo de siempre, la denigración y ridiculización del varón y otro tirón de orejas a la familia tradicional occidental.
Siempre riñendo a los mismos.
¿Qué tipo de ambiente envenenado habrán vivido en sus casas las mujeres del Ministerio de Igualdad? ¿Cómo serán sus padres y hermanos? ¿Qué traumas habrán tenido y por qué creen que en el resto de familias pasa igual? ¿Por qué creen que nuestros hogares son todavía igual que los hogares que se ven en los anuncios de los setenta. Esos en los que se veían a mujeres serviciales cocinando para su marido? ¿Porque creen que estamos en el 36? ¿Por qué no ven que esas actitudes se dan mucho más en otros hogares?
Vale, sí, las mujeres se implican más que el varón en las tareas del hogar. Y también es verdad que de cada vez esas tareas en la cultura occidental se reparten más. La caricatura del anuncio ya huele. Donde sí pasa eso, y seguramente de una manera mucho peor porque ahí no hay opción para que Charo ponga los pies encima de la mesa, es la cultura de los hermanos de la religión de la paz. Una vez más entrando en terreno pantanoso.
Es ahí donde el feminismo resentido hace tope, en el racismo. Mejor dicho, en parecer racistas y xenófobos. Como buenos hipócritas tienen que guardar las apariencias. Podrán machacar con el feminismo hasta en la sopa, pero en cuanto topen con que el machismo de verdad se encuentra en otras culturas harán cortocircuito.
¿Qué tal un anuncio donde se vea a unas mujeres enfundadas en tela negra cocinando, limpiando y dispuestas para los barbas?
El feminismo parece ser el caballo de batalla de la izquierda y no es así. Hay algo muy por encima. Hay un objetivo superior: la sustitución demográfica de nuestra población por otra de una cultura más atrasada para que resulte más fácil de dominar. Digámoslo claro y asumamos la realidad. Las matemáticas no fallan y la realidad es terca. Con este ritmo de natalidad entre las dos culturas, una menguará tanto que la otra le dará el sorpasso. Y desde luego no será feminista. Así que olvidaos del feminismo, del ecologismo y de muchos otros ismos. El verdadero objetivo es nuestra sustitución y el control de lo que venga. Podemos ser demasiado exigentes y en nombre de la reivindicación de nuestros derechos acabar con los derechos.
¿Acaso lo de Saint-Denis es un bulo? ¿Acaso es un bulo que en barrios de ciudades europeas rija la Sharía? ¿A que es paradógico? ¿A que es una putada? Para que luego digan que los políticos son cortoplacistas. Y una mierda, los cortoplacistas somos nosotros.
Y no es una cuestión de racismo, es una cuestión cultural. Es jodido y antipático decirlo. Si en una cultura como la nuestra que viene del mundo grecorromano y judeocristiano, si hemos pasado por la Ilustración, la Revolución Industrial, las guerras mundiales, la democracia y el estado de bienestar y de la información, es tan obscenamente fácil someter a la gente, imaginaos lo fácil que será hacerlo con la gente que viene de una cultura que está en muchos aspectos estructurales igual que en la Edad Media. Con el plus añadido de que para esa gente la pobreza de nuestra clase baja, siempre será mucho mejor que la riqueza de su clase media.
Como muchos otros hay un tipo que se llama Juan Soto Ivars que viene a decir lo mismo. Yo soy un facha de mierda por decirlo y él no lo es porque aunque vea las contradicciones de la izquierda todavía la vota. “Sigo votando a la izquierda porque soy subnormal, no porque sea de izquierdas”. Palabras suyas. Dirá que no, pero como a la mayoría lo veo muy preocupado por si Anabel Alonso le llama fascista.
Son cosas que se ven. El elefante está ahí, el rey está en pelotas y sin embargo, el avestruz sigue escondiendo la cabeza en la arena.
Corramos un tupido velo. El velo que libera y empodera a las mujeres de la foto.